Sobre lo oscuro y sobre lo maduramente espeso y apelmazado, bullen y borbotean todo tipo de podredumbres salidas desde los huecos de las paredes rotas.
Sólo hay adentro.
El afuera es lo hondamente mítico avistado por todas nuestras carentes y caídas alas de plástico.
Busco el vaso –mientras tanto- (en donde dejamos los entrecejos quemados del llanto enrarecido), y la botella de vino nuevo, y me traés la nube más negra e hirviente de toda la casa repleta de nubes ambargrises.
Quiero una copa de sal, otra de azúcar, otra de harina y una de leche para obliterar el crujir de todo lo que hemos quemado ya.
(…Una nube blanca y una gota del zumo de tus prístinos jugos….)
Veo que el adentro es en verdad un sorbo de carbón dormido, y el afuera un crocante mazapán de arroz dulce.
Sólo hay adentro.
El afuera es lo hondamente mítico avistado por todas nuestras carentes y caídas alas de plástico.
Busco el vaso –mientras tanto- (en donde dejamos los entrecejos quemados del llanto enrarecido), y la botella de vino nuevo, y me traés la nube más negra e hirviente de toda la casa repleta de nubes ambargrises.
Quiero una copa de sal, otra de azúcar, otra de harina y una de leche para obliterar el crujir de todo lo que hemos quemado ya.
(…Una nube blanca y una gota del zumo de tus prístinos jugos….)
Veo que el adentro es en verdad un sorbo de carbón dormido, y el afuera un crocante mazapán de arroz dulce.